La vuelta al cole puede generar grandes preocupaciones para los niños y las niñas, pero hablar de ellas (y sentirse apoyados/as) puede ayudarles.
Así lo afirma el Instituto de la Mente Infantil (Child Mind Institute) -organización estadounidense sin ánimo de lucro, cuyo fin es el de facilitar las vidas de los niños y las familias que lidian con la salud mental y los trastornos del aprendizaje-, en un nuevo artículo publicado en su Centro de recursos para las familias, a través del cual brinda una serie de recomendaciones dirigidas a las familias, para abordar las preocupaciones que pueden presentar los y las menores relacionadas con la vuelta al cole.
Sea realista sobre los desafíos que enfrentan los niños y las niñas
Los/as niños/as que han tenido dificultades en el pasado, especialmente aquellos/as con dificultades de aprendizaje, problemas de salud mental o dificultades sociales, a menudo se sienten más ansiosos/as que emocionados/as por volver a la escuela. Como padre, es tentador centrarse en lo positivo: «¡Es un nuevo año escolar!»
Pero pasar por alto los desafíos de su hijo o hija puede hacer que se sientan ignorados/as, perdiendo la oportunidad de hablar sobre lo que realmente les preocupa: “¿Qué pasa si vuelvo a suspender? ¿Qué pasa si no puedo hacerlo? ¿Qué pasa si tengo que hablar frente a toda la clase?”
Reconozca las dificultades de su hijo/a y sea directo y estratégico. Piense en lo que suele ser difícil para él o ella: ¿Problemas sociales? ¿Ansiedad ante los exámenes? ¿Problemas para seguir las reglas en clase? Los problemas pasados pueden proporcionar una hoja de ruta para un futuro apoyo. Dé a su hijo/a la oportunidad de hablar sobre sus preocupaciones y, posteriormente, trabajar juntos para pensar en soluciones.
“Recuerdo lo difícil que fue para ti la asignatura de matemáticas el curso pasado, pero ahora sabemos mucho más sobre lo que necesitas para que te vaya bien. Cuando estés listo/a, ¡hagamos un plan!”
Darles a los niños la oportunidad de hablar sobre lo que los preocupa, facilita el poder entender sus dificultades y así ayudarles a dar respuesta eficaz a sus necesidades.
Tome en serio sus preocupaciones
Recuerde que los problemas que a usted como persona adulta le pueden parecer absurdos, suelen ser muy serios para su hijo o hija. Preocuparse por no coincidir con ningún amigo en clase, ver a un ‘ex enamorado’ en los pasillos del centro, enterarse de que va a tener un profesor ‘que le odia’, estas y otras situaciones pueden ser fuentes de verdadero estrés para los y las menores.
En lugar de ignorar las preocupaciones, procure validar los sentimientos de su hijo/a y ofrézcale la oportunidad de hablar sobre lo que le preocupa. Hacer preguntas abiertas y sin prejuicios puede ayudarle a abrirse y facilitar que comparta sus preocupaciones. Por ejemplo: “No puedo creer que este año comiences XX curso, ¿cómo te sientes al respecto?” o “¿Estás emocionado de volver al cole?”.
Hable de las cosas buenas
La ansiedad puede afectar significativamente a los niños y las niñas, bloquear los buenos recuerdos y ‘ensombrecer’ el año que entra. Pero las “grandes y vacías” manifestaciones de ánimo (“¡seguro que te va a encantar!”), pueden resultar ineficaces. En cambio, trate de preguntar a su hijo o hija sobre cosas concretas con las que hayan disfrutado en el pasado. Ayudarle a recordar algunas de las cosas buenas de la escuela (actividades o clases que le gustan, docentes favoritos, amigos/as a los que ha echado de menos durante el verano, etc.), puede ayudar a combatir los pensamientos negativos y moderar el estrés. Trate de alentar a sus hijo/a a hacer una valoración de diversos temas, mediante preguntas del tipo: “¿Qué es lo que más has echado de menos del cole durante las vacaciones de verano? ¿Ver a tus amigos?¿las extraescolares?, ¿Qué es lo que esperas con más ganas?¿Comenzar una nueva asignatura?¿Unirte a un equipo?”, etc.
Recuerde, la idea no es hacer una celebración sobre lo maravilloso que será el colegio: el objetivo aquí es ayudar a los niños y a las niñas a centrarse más en los hechos sobre lo que disfrutaron y menos en lo que podría pasar si no lo hicieran.
No presione
A veces, los niños simplemente no quieren hablar. Todos queremos que nuestros hijos e hijas se sientan apoyados/as y que les vaya bien, pero a veces lo más adecuado es dar un paso atrás. El objetivo es hacerle saber a su hijo/a que usted es consciente de que este puede ser un momento estresante y que estará ahí para cuando quiera hablar.
La urgencia de hablar, incluso cuando su hijo/a no responde, puede deberse más a sus propias ansiedades que a las necesidades de su hijo/a. Trate de manejar sus propias expectativas y, si su hijo/a no está listo para hablar o no parece participar en la conversación, no se preocupe. Tendrá muchas oportunidades de conversar a medida que avance el año. Por ahora, el simple hecho de saber que está ahí y que le quiere y le apoya puede ser suficiente.