Durante la niñez y la adolescencia existe mayor
vulnerabilidad al miedo y en consecuencia al desarrollo de fobias.
Los miedos a la separación, los extraños, los
animales y la oscuridad son más bien característicos de la niñez. Los relativos
a la evaluación social (crítica, rendimiento, competencia, etc.) son más
propios de la pre-adolescencia y adolescencia. Los miedos relacionados con el
daño y peligros físicos (no poder respirar, quemarse, un accidente de coche,
una guerra...) suelen darse tanto en niños como en adolescentes.
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